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Mujeres valiosas que forjaron a los Mora Solis

Hace muchos años, en una de mis primeras visitas a Panamá, mi tía Rosario me dijo que, para ella, el cambio que se había dado entre su generación y la mía era producto de diversas acciones de sus cuñadas y hermanas. 
 
La abuelita Eloísa, fue una joven estudiada, pero mi abuelo Don Chico sólo era un hombre de trabajo. Para él, el estudio no era importante. Por eso, los 11 hijos MORA SOLÍS no completaron sus estudios; la mayoría sólo asistió a los primeros años de primaria, para aprender a leer y a escribir. Y apenas tenían un poco de cuerpo, se les enviaba a trabajar. 
Elena, siendo la hija mayor, acompañó a Eloísa en aquella faena de cuidar a una familia tan grande. Y este modelo caló mucho en los varones de la familia.
 
A Dios gracias, las esposas de todos los tíos fueron grandes agentes de cambio, al igual que las hermanas MORA SOLÍS. Todas ellas, hermanas y cuñadas, trabajaron y aportaron a la economía familiar de sus hogares y movieron montañas para que nosotros sus hijos estudiáramos y que este cambio fuera posible.
 
Sobre los valores y aportes de las Hermanas Mora Solís hay mucho en esta página web. Cada una, con su valentía y valores inculcados en el hogar, superaron pruebas muy duras de la vida. Al hablar con ellas, era difícil creer que no hubieran estudiado, pues en casa aprendieron buenas maneras y también se preocuparon por pulirse a sí mismas, de una manera admirable, a partir de sus propios talentos. Una buena para la medicina, otra para la cultura, otra para la costura, otra para las relaciones públicas y el emprendurismo. Y en fin, ellas empujaron este cambio desde sí mismas.
Por eso, en este artículo quiero mostrarles algo adicional, muy valioso en nuestra historia familiar. Es un tributo a las cuñadas, esas mujeres tan queridas por todos nosotros, que fundieron sus vidas con los MORA SOLÍS, como un testimonio de amor y compromiso eterno. Mujeres importantísimas en la educación y en ese cambio de las generaciones:
Benilda Quirós se casó con Ascensión Mora Solís. Procreó 5 hijos.  Ella fue una excelente costurera, y a golpe de costura, ayudó en la educación de sus hijos.

Su nieta Rosalía, hija de nuestra prima Marielos, nos dice que la situación económica era muy difícil y por ello Benilda tuvo que sacar del colegio a sus hijas gemelas, al finalizar el noveno año; para que nuestra prima Lilian pudiera estudiar, pero eso no la detuvo: "Mi abuela les compró máquinas de coser a las gemelas, y ellas, al igual que mi abuela y las hermanas de mi abuela, aprendieron a coser pantalones y camisas para tiendas comerciales en San José. Mami cuenta que ella compró el primer televisor que hubo en la casa y que le costó 100 pantalones (le pagaban un Colón por pantalón).” Quizás Benilda no logró pagarles el colegio, pero les enseñó a defenderse en la vida y no se equivocó. Hoy, todos sus hijos han echado hacia delante con buenos resultados y es claro ver la labor de Benilda en cada uno de ellos.  

Su buen carácter, su modo tan apacible y su gran sonrisa son de los mejores recuerdos que nos dejó a todos los que la conocimos.
Ana Lucía Alfaro Carvajal se casó con Ernesto Mora Solís y tuvieron 3 hijas.   La tía Lucía se conoció con él en un lugar llamado Los Cartagos y ahí conoció a sus cuñados, en el Bajo La Hondura, de donde los Mora sacaban madera.
 
Su buen carácter y forma de reír y de hablar eran contagiosas; da gusto estar con ella y disfrutar de sus ocurrencias. Ella fue siempre muy creativa y emprendedora. Con poco presupuesto ella hizo juguetes y hasta hizo un escenario de teatro para una presentación sobre el nacimiento del niño Jesús en navidad. Lucía también logró hacer unas casitas para alquilar y lograr mayores ingresos para la familia.
 
La Tía Lucía fue fiel defensora de los estudios de sus tres hijas, mujeres muy inteligentes, las cuales fueron exitosas en sus estudios y en sus carreras profesionales. Nuestras tres primas fueron a estudiar gracias a su mamá, quien trabajó en una fábrica para sacarlas a ellas adelante. A María Eugenia, la primera hija, le buscó beca en un colegio privado y a Lorena e Isabel les consiguió la entrada a un colegio técnico profesional.
 
Con mucha paciencia y constancia, Lucía fue otra gran mujer que ayudó a cambiar en la familia MORA SOLÍS, el concepto de que no es necesario estudiar.
Nelly Vargas se casó con José Mora Solís y procrearon 2 hijos.  La tía Nelly fue fiel a que sus hijos estudiaran y fueran grandes profesionales, que con mucho orgullo lo llegó a ver.
Gran conversadora, además de ser una buena anfitriona. Mucho nos gustaba ir a visitarlos, por la forma de atendernos, siempre muy amables.
 
El tío José fue muy diferente en cuanto a la influencia de su padre, Don Chico, ya que él pasó muy poco tiempo con él.  Su hermana, la tía Elena, fue quien lo crio después de la muerte de la abuelita Eloísa. Entonces la mentalidad de José fue diferente al resto de sus hermanos varones.

Según nos cuenta nuestro primo José Enrique, “Nelly representa esos casos de lucidez en medio de la adversidad y tuvo mucha influencia, a pesar de su baja escolaridad, en promover la importancia del estudio; lucha contra el patriarcado, se rebela ante la idea de tener más hijos y lucha incluso contra el acoso escolar (bulling) en tiempos en que ser zurda era un pecado. Le amarraban la mano, para que fuera derecha. Así que impulsó que estudiáramos; y con mi hermana fue particularmente solidaria para que saliera adelante.” 

Para que veamos la importancia que tenía la buena educación para la tía Nelly, ella hacía rifas para ayudar a costear los estudios de su nieta, la hija de nuestra prima Merceditas. Siempre fue una mujer de gran optimismo.
Otides Guerra, casada con Hernán Mora Solís; tuvo 3 hijos.
Según escribió Hernán hijo: “mi mamá creía en la educación, aunque ella no tenía estudios. Pero se esforzó mucho para que sus hijos fueran grandes abogados, mientras que su esposo, el tío Hernán, creía más en el trabajo duro y en portase bien.” Aquí vemos nuevamente, la influencia materna VS las ideas que tenían los tíos varones, heredadas de su padre.
Otides fue una mujer admirable. Nada la detuvo, incluso en su propia superación personal, pues ella sacó sus estudios primarios siendo adulta y se tituló de sastre y, de paso, excelente fue en su trabajo. Ella visitó Costa Rica con el tío Hernán.
Isolina López Almengor, casada con Alfonso Mora Solís, tuvieron 9 hijos panameños y, a pesar de que sus inicios fueron muy difíciles, porque él era extranjero, poco a poco Alfonso se ganó el cariño y respeto de sus vecinos y salieron adelante.  La tía Isolina apoyó a sus hijos que quisieron estudiar.

Tía Isolina, al igual que la Tía Betty, quedaron viudas muy jóvenes y con sus hijos pequeños y gracias a su valentía pudieron salir adelante. 
De carácter reservado y hasta tímida, con los extraños, ella nunca dejó de ser cariñosa y amable cuando la visitábamos en Panamá. Algo que recuerdo de ella era que no le gustaban mucho las fotos. Pero después de un rato se lograba la fotografía.
Betty Chinchilla Morales se casó con Rafael Mora Solís y formaron una familia de 7 hijos. Ella siempre luchó porque todos estudiáramos. Lamentablemente mi hermana Nuria, siendo la hija mayor, solo pudo sacar el sexto grado, porque éramos muchos en nuestra familia. Nuestro padre Rafael estuvo de acuerdo en ello, pues nuestra madre necesitaba ayuda en la casa y no contaban con recursos para tener esa ayuda necesaria. Pero después de Cecilia, la segunda hija, los demás fuimos al colegio, y a la universidad, 4 de ellos. Gracias a eso, la mayoría gozamos hoy de pensión de jubilados.
 
Cuenta Cecilia que nuestra madre se esforzó al máximo para que nosotros estudiáramos; por ejemplo, cuando quiso aprender a escribir a máquina, le compró una máquina de escribir de segunda y la matriculó en la Academia Smith Corona en Guadalupe. - También la matriculó en el Colegio Napoleón Quesada y ahí sacó su Bachillerato. - A nuestra hermana Vilma la llevó a donde Sor María Romero, para que aprendiera a manejar máquinas textiles. - También nos contó que la Maestra Norma y ella quedaron viudas en los mismos días pero, por tener una profesión, la situación fue mucho mejor para la maestra.
 
Doña Betty tocó todas las puertas necesarias para lograr becas en la Universidad de Costa Rica, para que nosotros sus hijos pudiéramos tener una carrera y un futuro mejor.
 
Años después Cecilia realizaría una Tesis de Grado sobre las patentes de la Municipalidad de Goicoechea, material que fue adquirido por el IFAM y sirvió de base para convertirse luego en ley de la República de Costa Rica; nuestro hermano Rafael es un próspero empresario, licenciado en Banca y Finanzas y yo, tengo seis títulos de la Universidad de Costa Rica en Pedagogía.
A estas mujeres tan valiosas y pujantes, les hacemos hoy un busto en nuestras mentes y corazones. Les damos las gracias a ellas por tanta entrega y por permitirnos superar el pasado con total dignidad y enteresa.  Cumplieron como madres y hoy son motivo de inspiración para todos nosotros. Dios les tenga en su Gloria.
Escrito por:
Olga Marta Mora Chinchilla
Licenciada en Ciencias de la Educación (y 5 títulos más)
mora3olga@hotmail.com