Cuando murió papá, nosotros estábamos chicos y no teníamos TV; nos íbamos donde el Tío José y Nelly a ver TV, nos atendían muy bien. Siempre les agradeceré ese gesto con nosotros, ese gesto hacía que la ausencia de papá la lleváramos mejor. Dios tenga en un lugar especial al Tío José y bendiga a su esposa, la tía Nelly. José Enrique un fuerte abrazo de nuestra parte a su madre, miles de gracias.
Rafael Mora Chinchilla.
Era un hombre metódico, prudente y muy buen consejero. Muchos de los familiares lo visitaban y él les sugería acciones a seguir.
Un día lo invitamos a un hotel de playa y, para convencerlo, el gancho fue que mi hijo Diego estaba muy niño y quién mejor que el abuelo para cuidarlo… Así que, cuando los chicos inventaran ir a la playa o la piscina, ahí estaría el abuelo para llevarlos.
La sorpresota fue el invento que José el previsor se mandó. Al ser Diego muy inquieto y estar jugando cerca de las piscinas, el abuelo también estaba inquieto. Así que José se consiguió una cuerda y con el cinturón de su pantalón (faja) hizo su invento. Entonces, desde una reposera, el viejo controlaba que Diego no se acercara a la piscina. Con el rabillo del ojo lo monitoreaba y con la cuerda lo jalaba.
Claro está, en el hotel no se veía muy bien semejante invento en aquel momento, pero los turistas se morían de risa al ver el cuadro...
Así era José Mora, el previsor. Fanático de la seguridad.