Menú

Anécdotas sobre Ernesto

“Una vez estábamos en casa cuando oímos un pito en la calle y, cuando salimos a ver quién era, oh, sorpresa, Tío Ernesto hizo un carro a su manera. Le hizo un excusado, le sembró una mata de plátano. A la par de él llevaba un tarro de gasolina para que el carro funcionara y también le puso asientos, pero no le puso techo, y así llegó con su hija María Eugenia y su esposa Lucía. Gozamos tanto…”
Marielos Mora Quirós.
Conservo una carta de mi papá, de 1971, enviada desde Sixaola a San José. La carta dice: “Para María Eugenia, Isa y Lorenita: Sí, ¡yo las quiero! Y si yo volviera a nacer, las vuelvo a querer a ustedes. Son muy bonitas para mí, que estoy tan viejito. La bandidilla de Isa que siempre duerme con el viejo y la cochinilla Lorena, estén con su humilde mamacita que tanto las acariciaba, saludes.” Más adelante dice: “Tanto escribir, si algún día viene, se da cuenta que yo trabajo mucho… por eso se encuentran aburridas, no emprenden empresa.” Además, dice: “¡Ana! Dígales a las güilas que las quiero, pero por ganar dinero estoy aquí, a ver si puedo comprar un pedacito de tierra para que nos saque de algún apuro en la vejez. ¡Efectivamente esto se cumplió! ¡Qué gran emprendedor!
María Eugenia Mora Alfaro.
“Una de mis más grandes ilusiones cuando iba de pequeña a Costa Rica, era visitar al Tío Ernesto, porque era muy divertido, ingenioso y amoroso; nos contaba historias muy imaginativas, de gran humor, y nos subía a su caballo blanco para dar paseos. Estas fueron sin duda, las primeras influencias que tuve como creativa publicitaria. Gracias, Tío Ernesto. Todavía me emociono mucho al recordarte. Te quiero.”
Lucía Bonadíes Mora.