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Anécdotas sobre Cristina

Desde muy joven, a Cristi le gustaba mucho la música clásica y la ópera. Y gracias a sus habilidades y buen gusto por la costura, una tía suya le consiguió trabajo en un almacén de ropa fina en San José. Sus jefes recibían boletos para las obras del Teatro Nacional en calidad de patrocinadores, y ellos se los obsequiaban a Cristi, que no se perdía ninguna. Fue así como ella pudo disfrutar y mejorar mucho sus conocimientos sobre la música que tanto le gustaba.
Eduardo Vargas Mora.
Una vez, mientras yo acompañaba a Cristi al Teatro Nacional, me encontré con unas compañeras de trabajo y se quedaron admiradas: __ “Uy, qué señora más elegante, tu suegra”. Ya luego les aclaré que ella era la hermana de mi suegra. Pero tenían razón: Cristi era alta, muy distinguida y elegante. Aparte de que lo suyo era la costura, tenía ese don para hacer combinaciones. Tenía muy buen gusto para elegir las cosas que mejor le quedaban. Y hasta había gente que pensaba que Cristi era una mujer de alcurnia, por la manera de ser, de hablar y porque había cosas que podían ser muy populares, pero a ella no le gustaban.
Eva Madrigal de Vargas.
De Cristi yo admiraba que fue una persona muy, muy pero muy buena. Muy humilde y buena. Me gustaba mucho oírla conversar, igual que a su hermano, José Mora. Me encantaba oírlos contar anécdotas, de cómo enfrentaban los problemas, y aprendí bastante de ellos. Con mis hijos, Cristi fue como una abuela, casi que la única que tuvieron, pues mi madre, que los quería mucho, enfermó siendo muy joven. Así que los recuerdos de abuela que ellos tienen son de Cristi, incluso los hijos de mis hijos, sus bisnietos, que la recuerdan como alguien muy cariñoso.
Eva Madrigal de Vargas.